Un lugar de literatura: Libros que leo

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miércoles, 5 de enero de 2022

Crónicas marcianas

Ustedes saben que soy un fanático declarado de la ciencia ficción y es muy probable que  hayan visto alguno de mis vídeos en los que comento películas del género en mis redes sociales. Al respecto, desde ya les recomiendo el vídeo que hice en You Tube hace unos meses sobre la obra maestra de Stanley Kubrick "2001 Odisea del espacio". También he dicho que el género no abarca tan solo al cine sino que es un importante tópico abordado, además, por la literatura. Está claro, eso sí, que es un género subvalorado por la crítica a pesar de la importancia creciente que ha ido adquiriendo con el transcurso el tiempo. La opinión mayoritaria es que las  producciones se quedan en lo tecnológico y descuidan lo filosófico. Es aquí donde, a mi parecer, está el secreto de una buena producción, ya sea literaria o fílmica, de ciencia ficción. Hay que lograr un equilibrio perfecto entre lo que es una historia contundente, profundidad en los personajes y, a eso, agregarle tecnología y efectos especiales. Las producciones exitosas son las que, precisamente, saben conjugar estos tres elementos. Pero, como les dije en un comienzo, ya he comentado algunas películas y creo que es el turno de la literatura. La ciencia ficción nace como género en la década de 1920 (aunque hay obras anteriores) y exportada después a otras formas de expresión como el cine, las historietas y la televisión. Tiene un gran auge a partir de la segunda mitad del siglo XX por el interés que provoca el futuro en el público debido al avance científico y tecnológico alcanzado en esos años. El término "ciencia ficción" fue acuñado en 1926 por Hugo Gernsback al incorporarlo a la portada de una de las revistas de narrativa especulativa más conocidas de los años veinte en EEUU: me refiero a Amazing Stories. El uso más temprano del mismo parece datar de 1851 y es atribuido a William Wilson, pero se trata de un uso aislado y el término no se generalizó hasta que Gernsback lo utilizó de forma consistente. La rama europea del género comenzó a finales del siglo XIX con las novelas de Julio Verne y cuya ciencia ficción se centraba más bien en las invenciones. Por otro lado, tenemos las novelas de crítica social con orientación científica del británico H.G. Wells. Sin embargo, aunque Wells suele ser reconocido como el gran iniciador del género, Roger Luckhurst demuestra que solo fue el más influyente de una corriente que comenzó unos años antes. En EEUU el género se remonta hasta Marck Twain y su novela "Un yanqui en la corte del rey Arturo", una novela que exploraba términos científicos aunque fueran enmarcados en una ficción caballeresca. No obstante lo anterior,  el autor estadounidense que mejor simboliza el nacimiento en EEUU de la ciencia ficción como género de masas es Edgar Rice Burroughs (el mismo autor de Tarzán) quien, poco antes de la Primera Guerra Mundial, publicó "Bajo las lunas de Marte" (1912). Con posterioridad, se consagran otros nombres importantes como son los de George Orwell, Arthur C. Clark, Aldous Huxley e Isaac Asimov por nombrar algunos. En fin, podríamos nombrar muchos autores y novelas, sin embargo, el presente vídeo tiene por objeto comentar una obra en particular y esta es "Crónicas Marcianas" de Ray Bradbury. La obra literaria de ciencia ficción por excelencia. "Crónicas marcianas" es una recopilación de relatos entrelazados, algunos ya publicados por Bradbury de forma independiente y otros hechos para la ocasión. Los relatos carecen de un argumento lineal, pero la referencia contextual y temporal es la misma en todos ellos: la llegada a Marte y la colonización del planeta rojo por parte de los humanos entre 1999 y el 2026. Publicado en 1950, en "Crónicas marcianas" abundan las descripciones poéticas y melancólicas de Marte y los marcianos, también de la sociedad norteamericana de la época. Antes de Bradbury, el Marte literario había sido escenario de grandes aventuras, pretexto para utopías, o el origen de terribles amenazas. Este es un Marte onírico en el que hay canales y montañas azules, extraños animales y barcos de vela que surcan el aire. Si bien el libro se titula "Crónicas marcianas", en él se tratan temas que atañen a toda la humanidad como la guerra y el impulso autodestructivo del hombre. El racismo, tanto hacia los marcianos como hacia otras personas, y la pequeñez del hombre ante la naturaleza y el universo. A pesar de que son casi treinta relatos, en el libro se distinguen de forma clara tres partes: a) las expediciones; b) la colonización propiamente tal y c) la guerra nuclear en la Tierra. Son cuatro las expediciones. El relato de la primera comienza con el lanzamiento de la nave comandada por Nathaniel York, y de cómo el invierno de Ohio se convierte en verano por un momento debido al extremo calor producido por el despegue del cohete. El siguiente capítulo ocurre en Marte. En él, Ylla K, una marciana atrapada en un matrimonio sin romance, sueña con la llegada de unos astronautas a los cuales habla a través de poderes telepáticos. Si bien su esposo, Yll K, pretende negar la realidad de esos sueños, se vuelve bastante celoso, pensando que su esposa tiene sentimientos románticos hacia uno de los astronautas, el mismo capitán York. Finalmente, el día que los sueños de Ylla señalaban como la fecha de aterrizaje, Yll evita que su esposa salga de su casa mientras él se excusa para salir armado diciendo irá de cacería. El relato acaba con Yll regresando de su paseo sin ninguna presa y con Ylla comprendiendo que su marido ha asesinado a la expedición apenas arriba a Marte. Luego, otros marcianos empiezan a cantar canciones que no solo desconocían, sino que están en un idioma desconocido para ellos (inglés). Los marcianos empiezan a recoger pensamientos perdidos de los humanos a bordo de la nave de la segunda expedición. El capitán John Williams, junto con otros tres tripulantes, arriban a Marte en la segunda expedición, pero son recibidos con indiferencia. Después de vagar por varias casas, a cuyos moradores no parece importarles que provengan de la Tierra, son recibidos por el señor Iii quien los envía a La Casa. Allí encuentran marcianos que los reciben con entusiasmo y escuchan el relato de su viaje. Al poco rato Williams descubre que están en un manicomio y que lo creen loco. Finalmente el Dr. Xxx, psiquiatra, fascinado por la habilidad alucinatoria de Williams, decide someterlo a una eutanasia, ya que lo considera incurable al mismo tiempo que espera se desvanezcan los tripulantes y el cohete pues para él son ilusiones. Muerto Williams, esto no sucede y entonces el psiquiatra mata a la tripulación, pero tampoco ocurre lo que él esperaba. Se suicida, considerando que ha sido contagiado por la locura. La tercera expedición trata de la llegada del comandante John Black, de 80 años y 17 tripulantes. Al arribar a Marte, un grupo se queda en la nave por orden del capitán y el otro grupo se separa para salir a inspeccionar. Los exploradores encuentran un típico pueblo estadounidense de los años 1920 habitado por sus parientes ya fallecidos. Los astronautas aceptan esta maravilla y se separan para visitar a sus familias. Sin embargo, esa noche el capitán Black se da cuenta de que los marcianos han usado sus memorias para materializar el pueblo de su infancia y los que están con ellos no son sus seres amados sino marcianos. Finalmente, todos son asesinados. A la mañana siguiente diecisiete ataúdes son enterrados entre el llanto de las personas del pueblo. La cuarta expedición es comandada por el capitán John Wilder. Descubren que los marcianos han muerto de varicela traída por las primeras expediciones. Luego, algunos de ellos se emborrachan y vandalizan los monumentos marcianos. Spender, uno de los tripulantes, se muestra molesto debido a la forma indigna en que se extinguió la especie y el poco respeto que sus colegas muestran por esta cultura. Sale a dar un paseo y visita las abandonadas ciudades marcianas. Vuelve después de un largo tiempo decidido a vengarse por el comportamiento de los suyos. Comienza matando a unos cuantos de sus compañeros diciendo: "Soy Jeff Spender, y soy un marciano". Huye y luego se produce un tiroteo entre él y el capitán Wilder. En una tregua, Wilder conversa con él. Spender le revela sus planes, matar a todo humano que pise Marte hasta que dejen de enviar expediciones. Finalmente, es el propio capitán quien mata a Spender de un tiro en el pecho, pero respetando sus deseos le da un funeral marciano. Posteriormente, en varios cuentos o relatos cortos, el libro narra la etapa de colonización propiamente tal. Estos fragmentos describen la llegada de los primeros colonos a Marte, señala la soledad de los recién llegados y como los posteriores pudieron contar con ellos para asentarse. Entre los relatos que narran esta etapa encontramos: "La mañana verde", "Las langostas", "Encuentro nocturno", "Intermedio", "Los músicos" y varios otros. No obstante que son relatos independientes entre sí, describen a un colono de diversas etnias aunque siempre procedente de EE.UU. Al mismo tiempo son vulgares, egoístas e irrespetuosos con la civilización local. Se empeñan en reproducir sobre suelo marciano las ciudades y costumbres de la Tierra. Llegan tanto millonarios como perdedores. Llegan matrimonios que huyen del insoportable luto por un hijo perdido. También afrodescendientes cansados de la opresión racista y hartos de la servidumbre en  que viven, sueñan con una libertad que solo encontrarán en el planeta rojo. Los pocos marcianos que han sobrevivido a la pandemia de varicela serán incapaces de resistir el intento de convivencia con los humanos. Su sensibilidad telepática les confiere extraordinarios poderes psíquicos y les hace llevar en público máscaras de metal. Asustados, se esconden. Son forzados a vivir en las montañas porque los colonos temen el contagio de varicela. Los colonos, por supuesto, no tardan en sentir que el planeta les pertenece. Total, ya casi no hay marcianos a la vista.  Relato tras relato, los marcianos decadentes y aburridos del inicio, se ennoblecen ante la comparación con los estúpidos colonos que desconfían incluso de los congéneres terrícolas que están por llegar porque son mexicanos y chinos. Luego, los colonos son testigos de una guerra nuclear que ha comenzado en la Tierra. Al ver lo que está pasando, la mayoría regresa a la Tierra para estar con sus familiares y amigos. La Tierra muere arrasada por una guerra nuclear. Ante la noticia, la esposa de un propietario de un puesto de perritos calientes solamente es capaz de pensar en que ya no llegarán nuevos clientes - ¡me parece que va a ser temporada baja! - dice. En fin, lo que hace Ray Bradbury en "Crónicas marcianas", según muchos críticos, es fabricar un símil con lo que fue la conquista y expansión de los EE.UU. hacia el Oeste. El genocidio marciano es comparable al genocidio indígena y no descansa en una teoría étnica o en un plan estructurado. No es un genocidio político. La aniquilación de los marcianos se debe a colonos que vinieron porque estaban asustados o porque no lo estaban, porque eran felices o infelices, porque se sentían peregrinos o no se sentían peregrinos. Había un motivo para cada hombre. Venían para encontrar algo, para desenterrar o enterrar algo, o abandonar algo. Venían con pequeño sueños, o con ningún sueño. Es un genocidio producto de la naturaleza irrespetuosa del ser humano promedio, de su estupidez y codicia. No intervienen ideólogos ni generales, ocupados en provocar el desastre atómico en la Tierra. La civilización marciana es primero arrasada, pero no es rematada por grandes planes expansionistas o geopolíticos, sino por las mediocridades cotidianas de los invasores. Como en la frontera, el daño está hecho antes de que las instituciones burocráticas tengan tiempo de establecerse. Cuando los marcianos son aniquilados, apenas puede decirse que hay algo parecido a un Estado humano en ese planeta. Por último, en "Crónicas marcianas" no hay gobiernos ni líderes, no hay instituciones regladas. Es una alegoría social en la que no existe una clase dirigente a la que responsabilizar del genocidio marciano ni tampoco de la autodestrucción que hace el ser humano de la Tierra. Cada cual debe asumir sus culpas individuales. La responsabilidad de las injusticias y falta de criterio, nos dice Bradbury, es de todos y cada uno de nosotros al mismo tiempo. Saludos.